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viernes, 29 de julio de 2011

Salvemos al Titanic

Estimados lectores

Reciban un cordial saludos y la entrega semanal de coaching, espero sea de su agrado.

Corre el año de 1912 y el majestuoso buque creado para romper el record de tiempo de navegación entre el viejo continente y América... lamentablemente un iceberg tenía la última palabra.

Pues bien, a casi 100 años de esa tragedia, lamentablemente encontramos después de tanto tiempo, que en toda relación profesional, laboral, humana o interpersonal, siempre se repite nuevamente la historia del "hundimiento" y les explico porque.

¿Han vivido alguna vez en sus trabajos la "clásica" situación de "haces que me pagas" "hago como que trabajo"? en la familia: "el clásico silencio" que mata todo diálogo, en el ámbito profesional: "¿Le pago para la próxima visita Sr. Asesor?" ¿Le mando el reporte para el siguiente mes Sr., empresario?, pues bien, en cada caso típico de la vida cotidiana es que se "hunde el Titánic" y no es que únicamente se salve la primera clase de ese "barco", sino que pierden todas las partes por la falta de diálogo, consensos, y de una ideología de ganar - ganar o "salvarse - salvarse".

Por ejemplo: un trabajador que es infiel a su trabajo y que piensa que puede tirarse a la hamaca esperando su sueldo de cada periodo sin trascender más allá de sus labores diarias, al final de cuenta, terminará "hundiendo" su fuente de trabajo por la falta de productividad que se resume en clientes molestos y su consiguiente pérdida de ingreso para la empresa.

Por otro lado: el patrón que lleva más allá el esfuerzo de trabajador sin reconocer su trabajo (aspecto motivacional o de recurso humano) o que se remunera inadecuadamente de acuerdo a la jornada de trabajo exigida, terminará por "hundir" su Titánic a causa de una gran rotación de trabajadores que redundará en reprocesos, pérdida de clientes por mala atención, mala imagen, etc.

Recuerden que el hundimiento de aquel famoso barco en 1912 se debió a "tabús" o "falsas reglas" de sociedad o relaciones humanas en donde el egoísmo prevaleció, al final de cuentas, todos estaban en el mismo barco y si bien es cierto que fueron pocos los que se salvaron, la vivencia dejó marcado a cada uno de ellos.

No dejemos "hundir" el Titanic de cada día por el imperio del egoísmo y la pereza, es preferible trabajar codo con codo con los clientes, compañeros de trabajo, con empleadores, con asesores, etc., para que el "barco" de la vida en donde todos vamos navegando llegue a buen puerto y no sufra del embate del "iceberg" de los problemas cotidianos.

Muy atentamente

CPC y MI Juan Gabriel Muñoz López
Consultor Fiscal

twitter: @gabriel_fiscal



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